De
lenguajes, texturas y mundos coloreados
Sobre “Mujer
deshabitada” de María Sola
Por Vivi Montes
Los variados
breves relatos que componen el libro de María Sola se hilvanan hasta componer
una hermosa colcha, de esas tejidas de a cuadraditos coloridos, que al unirse
forman un tejido majestuoso, de mágicos dibujos y sensibles texturas. Mujer deshabitada cobija, sorprende y emana
calidez. Lo fantástico va irrumpiendo en la realidad de cada narración como
inmiscuyéndose, entrelazándose en el universo de los personajes hasta alterar
todos los órdenes y crear mundos conmovedores.
Las
imágenes creadas por Sola se suman a las que se van armando ante los ojos de
las y los lectores a medida que avanzan las páginas. La caracterización de los
personajes logra que el universo de lectura se vea habitado por los seres más
extraños, aunque cotidianos y entrañables. En muchas de las páginas me vi
impulsada a reconocer como Laiseca, como Almada: María, usted es una genia.
Las
diferentes secciones que componen el libro son como habitaciones de una casa
gigante que invita a perderse en ellas y explorarlas. De cada puerta, de cada
ventana pende un hilo que nos hace devenir entre las páginas oscilando entre
puentes, túneles y laberintos en un éxodo placentero. Así, las palabras nos
llevan en andas y bosquejan escenas maravillosas entre locos musicales, años sabáticos
para diminutas parejas enfrascadas, cuerpos de mujeres que se ovillan, parajes en los que
nadie es dueño de nada (ni de su nombre siquiera), seres reconstruidos,
hermanos que brotan de la tierra unidos por raíces, pinturitas que salvan de la
locura y el encierro; niñas que se convierten en palomas, demonios que acunan,
muñecas andantes que se convierten en objeto de persecución, una movilización
de minúsculos inquilinos que viven dentro de un hombre y robots que encierran
madres.
Podría
agregar muchas palabras, pero mejor invitarles a la lectura de este volumen del
que voy a rescatar para ustedes unas pocas líneas que condensan su encanto:
Una sombra gigantesca se asoma del techo.
No me explico cómo puede tener ojos, pero los
tiene y son como focos que iluminan la noche. (Fragmento
de “El acecho”)
Eso es Mujer deshabitada, a la vez sombra y
espejo, un libro para reconocernos y extrañarnos al mismo, mágico, tiempo con
ojos imposibles que, sin embargo iluminan la noche.
Mujer
deshabitada, María
Sola, Muerde Muertos, 2019, Buenos Aires.
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