Cuando el dolor se
vuelve llaga
sobre “Las
promesas” de Juan Andrés Romanazzi
por Gastón Czmuch
Un padre se va. Una madre que
llora. Una hija que espera. Y esa promesa de volver que suspende todo. Una vida
en suspenso. ¿Cómo se vuelve a la rutina diaria después de eso si nuestra vida
ahora ronda en imaginar ese regreso todo el tiempo?
Un trabajo maravilloso, de una
sensibilidad plena. El texto de Juan Andrés Romanazzi está plagado de imágenes
y su trabajo como director irá por la pista opuesta: un montaje con nada más
que con el cuerpo de la actriz y unas cajas que arman un dispositivo con leyes
propias. Y allí se arma este mundo, el mundo de Georgina. De esa espera con la
que todos nos sentimos identificados (¿quién no espero alguna vez algo que parecía
no llegar nunca?)
El trabajo de Paula Fernández
Mbarak es monstruoso, arrollador. Imposible no salir completamente aturdido. Se
destaca su trabajo espacial y su relación con los objetos, una labor realmente
precisa.
Una completa poesía dramática sobre
heridas que no cierran, como ausencias que marcan y que, de antemano, sabemos
que nos han marcado de por vida. Como dice uno de sus textos: “Yo pensé, yo
pienso todo este tiempo: las promesas no son como el vino. No maduran, no se
ponen buenas con el tiempo. Las promesas cuanto más se añejan más duelen y
pasado un tiempo se hacen maldición. Ahí está”.
La obra está los sábados a las
20:30 en el Espacio Polonia (Fitz Roy 1477 – Capital Federal)
Ficha técnico artística
Dramaturgia: Juan Andrés Romanazzi
Actúan: Paula Fernández Mbarak
Iluminación: Leandro Crocco
Diseño de vestuario: Julia
Camejo
Diseño de espacio: Julia
Camejo
Fotografía: Beto Repetto,
Clara Romanazzi
Diseño gráfico: Bárbara
Delfino
Asistencia de dirección: Iñaki
Vergara
Colaboración artística:
Julieta De Simone
Dirección: Juan Andrés
Romanazzi
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