lunes, 12 de agosto de 2019


Danza con la muerte.
Sobre El Porvenir de Eleonora Comelli
Por Valeria Arévalos

Teatro, danza y música combinados. Además de lo escénico, ¿qué tienen en común estos lenguajes? Será lo inmaterial y evanescente del hecho, quizás. Será su relación con la muerte, también puede ser. El teatro y la danza, principalmente, se diferencian de otras artes por su condición vivencial, el artista puede morir en escena. Así, muy simple, frente a nuestros ojos. Cada representación es única e irrepetible, es huella de un hecho que nos invita a ser testigxs. Así como el porvenir, el futuro es la muerte y es lo único de lo que podemos tener certeza.




En este caso, El Porvenir, es una invocación a los vericuetos del destino. Una mujer presagia su muerte, la evoca, intenta evitarla, ensaya una y otra vez un accidente hasta que en el error de la repetición la tragedia se vaya distanciando y encuentre la forma de escapar.


Comelli tiene un bagaje temático que la acompaña a lo largo de su carrera: la muerte, el destino, el azar, la rutina, las relaciones… Es así como ya en Domingo, su opera prima, o en Qué azul es ese mar (ver reseña de Jazmín Cañete sobre "Que azul es ese mar"  en http://lamironaartistica.blogspot.com/2016_11_05_archive.html y la de Vivi Montes sobre "El hombre que perdió su sombra" en http://lamironaartistica.blogspot.com/2019/06/todos-somos-luz-y-somos-sombra-el.htmlvemos elementos que funcionarán como marcas autorales.  En El Porvenir, la amenaza de la muerte funciona como disparador de la acción. La obra se divide en tres cuentos coreográficos: El presagio, La elegida y La posibilidad. En los tres, la mujer consciente de su destino atraviesa distintos escenarios poco prometedores pero cargados de esperanza, la esperanza del amor, del error, de la vida.


Nada está escrito y es por ello que cada escena se despliega, se arma y desarma bajo unas notas disruptivas y a la vez hipnóticas de la mano de Zypce, gran-gran-gran creador de universos sonoros en escena. María Merlino será la actriz encargada de darle voz a esa mujer que espera y desespera. Pero no cualquier voz, sus modos se camuflan, se hunden en el océano, emergen y viajan en tren, no es una voz tranquilizadora que arrulla con su decir, es una voz que evoca palabras sentidas e incómodas, palabras que buscan desandar el camino de la muerte.
Mención aparte para el capítulo II La elegida, no sólo por la impecable destreza y pregnancia escénica de Lucía Bargados y Matías de Cruz, sino por el dispositivo escénico que alcanza su expresión más poética en una franca comunión entre cine, teatro y danza. Un vagón de tren, un afuera que se escabulle, el movimiento que pasa del romance al horror, una misma escena que muta, un final evitable.




Ficha técnico artística


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