Las maravillas de Iommi
(A pocos días de su fallecimiento, una mirada sobre la obra de Ennio Iommi)
por Camila Pazmiño, Mariana Taborda, Valeria Misevich y Valeria Arévalos
“…no
es el gato de angora, sino el gato sarnoso,
el que mejor refleja el tiempo que
nos toca vivir.”
Ennio
Iommi
La
muestra “Las maravillas del mundo” consta de objetos escultóricos de un artista único, Ennio
Iommi. Estas 15 obras constituyen un
corpus artístico que responde a la expresión de una visión crítica de la
realidad en que vivimos, manifestando las agresiones que padece parte de la
humanidad y convirtiéndose en una crítica a la sociedad establecida con el
objetivo de provocar la toma de conciencia de la realidad que el individuo vive
para así liberarlo de la opresión cultural, la manipulación ideológica y la
explotación económica. A través de sus esculturas concretas netamente
analíticas, rompe los límites académicos del arte burgués y cuestiona el
mercado artístico: utiliza objetos de la vida cotidiana y los desfuncionaliza
quitándole sus determinaciones de utilidad y consumo. Las obras pertenecen al
periodo más actual de producción del artista (obras realizadas en los últimos
tres años) denominado Nuevo Milenio. Acompañando estas esculturas encontramos
además, algunas obras de Rafael Girola, son pinturas no enmarcadas, clavadas en
los paneles centrales, sin titulo ni ficha técnica, que se corresponden
claramente con la estética de la muestra.
Según Acha: “En los
cuerpo-objetos no tenemos que enfrentarnos con imágenes del hombre o de una
realidad visible. Son realidades, tanto las organizaciones espaciales (o
vacíos) del diseño urbano y arquitectural, como los volúmenes de la escultura,
la artesanía y el diseño industrial.”[1]
En el caso de la obra de Iommi nos encontramos con realidades establecidas
desde la disposición escultórica en base a elementos extraídos de la vida
cotidiana.
Para reflexionar sobre la
recepción de esta muestra se podría indicar que “La legibilidad de una obra de
arte está en función de la distancia entre el código que exige la obra y la
competencia individual”[2],
es decir que se requiere de cierto anclaje en cuanto al lenguaje que dicha obra
maneja de lo contrario se podría producir una cuota de rechazo o desinterés por
no comprender el código. “Los artistas de nuestro tiempo se dirigen a un
público activo, no a meros <<contempladores>> pasivos. Y
precisamente la configuración de lo que podemos llamar <<nuevo espectador>>
es uno de los elementos que de forma mas importante interviene en el perfil del
arte de nuestro tiempo.”[3]
La visión critica a
través del humor y la ironía que hace Iommi de la realidad, apelando a lo
abyecto, a lo siniestro, a lo kitsch, se condice con la estética general de la
fundación que la aloja (Fundación Federico Klem).
En la sala donde se
exhibe la muestra, únicamente se observa un ploteado en una de las paredes con
una frase: “…no es el gato de angora, sino el gato sarnoso, el que mejor
refleja el tiempo que nos toca vivir.” Y con esta frase define claramente el
tono crítico, irónico y de desprecio que sostiene su obra.
Las
Producciones Artísticas
Enio Iommi utilizó materiales
provenientes de la industria en la construcción de sus obras, a partir de
objetos de la vida cotidiana que pierden su función útil y se transforman dando
origen a un mundo nuevo. El principio del collage es retomado para articular
estos materiales que además tienen un aspecto de deshechos, de desperdicios
recuperados, que adquieren un nuevo significado en su combinación. La elección
del material se constituye como procedimiento artístico de creación. Estos
objetos adquieren el status de obra de arte al ser seleccionados por el artista y presentados
dentro de la institución Arte. “No interesa para nada el objeto elegido
aislado, encerrado en si mismo, a no ser en sus transformaciones irónicas,
satíricas, criticas…” [4]
Los cambios de materialidad en la escultura,
como marco de referencia propuesto por Juan Acha en Arte y Sociedad en América Latina, son fundamentales para
comprender la elección de Iommi de este procedimiento, que se revela como el
más eficaz para plasmar los contenidos que el artista pretende representar.
La utilización de lo feo,
lo siniestro, se contrapone al ideal de belleza como principio rector del Arte
tradicional. Al respecto Adorno decía “El arte tiene que convertir en uno de
sus temas lo feo y proscrito. Tiene que apropiarse de lo feo para denunciar en
ello a un mundo que lo crea y lo reproduce a su propia imagen”[5].
Esto es justamente lo que Ennio Iommi nos propone en esta muestra.
La recepción de este
corpus de obras puede verse afectada por no responder a las categorías
estéticas tradicionales. Estas condicionaron la percepción y construyeron un modo de ver. Cuando nos
encontramos con obras producidas de acuerdo con un modo de producción nuevo (o
como en este caso, retomado de la vanguardia y reformulado), es posible que
como dice Bourdieu, estas obras “se vean abocadas a ser percibidas, durante un
cierto tiempo, mediante instrumentos de percepción antiguos”.[6]
La
maldad y la ingenua
– Materiales diversos – 2010 – V.A.
La obra en cuestión nos muestra a
dos figuras sentadas a la mesa en una situación que, a simple vista, podría
simular un juego, pero que luego observada con mayor detenimiento se nos devela
como una dinámica en conflicto, como un vínculo en tensión. En principio la
sensación lúdica que salta como primera impresión se relaciona con los objetos
que componen la obra (muñecas, botella de gaseosa, mesa y sillas pequeñas,
elementos de cocina) pero luego al prestársele atención a cada elemento en
particular y a la función que desempeña dentro del todo se establece un sistema
de dominaciones. Al observar la mesa y
las sillas vemos que estas están unidas desde sus patas con alambres, esto
lleva a la idea de estar atrapado en esa situación, los elementos no se pueden
mover de ahí. Esto se repite con el uso de aquellos objetos situados sobre la
mesa: la botella de gaseosa se apoya recostada sobre el brazo de la muñeca
mayor imposibilitándole cualquier movimiento, a su vez esa mano detenida
sostiene una especie de atizador que se dirige directamente al cuello del
muñeco con forma de bebé, ellos se miran sumándole dramatismo al vínculo y a la
vez generando un ida y vuelta en la circulación de nuestra mirada; por debajo del mantel que cubre parte de la
mesa se asoma lo que podría ser un picahielos, que ya en esta instancia de significación
y debido a su posición y a estar levemente cubierto genera una anticipación de
la acción del muñeco en forma de bebé en contra de la muñeca mayor. Al
detenernos en el picahielos se nos develan las figuras de dos muñecos muy
pequeños ubicados sobre el brazo del muñeco en forma de bebé y mirando hacia el
borde de la mesa del lado izquierdo percibimos parte del pie de este muñeco
simulando una intención de huída.
Tras este breve análisis de “La maldad y la ingenua” podemos afirmar
que Iommi dispuso elementos que se relacionan, por un lado, con el juego y la
inocencia, y por otro, elementos que se encuentran en el hogar que remiten a
situaciones familiares y los resignificó de manera tal que al conformar el todo
de la obra irrumpe lo que Freud denominó lo
ominoso[7], entendido
como aquello que pasa de sernos familiar a ser siniestro provocándonos, al
menos, inquietud.
Desde chicos que nos oprimen – Materiales diversos – 2010
– M.T.
Cercano
al pensamiento freiriano y marxista, su trabajo manifiesta una crítica a la
imposición de modelos de vida burgueses, como la obra “Desde chicos que nos oprimen”.
Esta
reflexiona sobre cómo gracias a la pedagogía tradicional que transforma la
mente de los individuos para evitar su realización y el potenciamiento de su
creatividad, éstos son moldeados e insertados en el engranaje de una sociedad
capitalista de consumo y, por lo tanto, dominados y explotados fácilmente. Como
afirma Marx en sus manuscritos sobre el trabajo alienado: “La desvalorización
del mundo humano crece en razón directa de la valorización del mundo de las
cosas. El obrero es más pobre y se convierte en una mercancía tanto más barata
cuanta más riqueza produce. ¿En qué consiste, entonces, la enajenación del
trabajo? Primeramente en que el trabajo es externo al trabajador, es
decir, no pertenece a su ser; en que en su trabajo, el trabajador no se afirma,
sino que se niega; no se siente feliz, sino desgraciado; no desarrolla una
libre energía física y espiritual, sino que mortifica su cuerpo y arruina su
espíritu. Por eso el trabajador sólo se siente en sí fuera del trabajo, y en el
trabajo fuera de sí. Su trabajo no es, así, voluntario, sino forzado. Por eso
no es la satisfacción de una necesidad, sino solamente un medio para satisfacer
las necesidades fuera del trabajo. Su carácter extraño se evidencia claramente
en el hecho de que tan pronto como no existe una coacción física o económica se
huye del trabajo como de la peste. El trabajo externo, el trabajo en que el
hombre se enajena, es un trabajo de autosacrificio y éste no es suyo, sino de
otro”[8].
Entonces, al igual que la pedagogía que propone Freire -que sugiere que el
individuo adquiera el cultivo del ser por fuera de la educación tradicional que
actúa simplemente para adaptarlo[9]-
y la teoría económica marxista de la liberación de la explotación del hombre
por el hombre, Iommi cree que el
anarquismo como valor humano permitiría vivir en plenitud y desarrollar
humildemente la escala humana. Su militancia es a través del arte, que según
las palabras del artista: “su contenido es profundizar los pensamientos, es
decir, que los distintos valores sean más humanos, para que la poesía de de la
propia vida pueda desarrollar un mundo más amable y sincero.”
La obra nos muestra dos maniquíes, dos figuras
humanas una sobra otra, y ambas colocadas sobre un inodoro rebalsante de
excrementos. Iommi trabajó en esta muestra la figuración, pero una figuración cargada
de sarcasmo, presentando cuerpos humanos deformes, fragmentados, heridos.
El tamaño a escala humana es uno de los factores
que no se puede dejar de tener en cuenta
en esta obra en particular. El efecto de repulsión, de asco y de
incomodidad que busca provocar el artista se ve magnificado por este
aspecto: repulsión y asco de tener que enfrentarnos con figuras casi humanas
(son maniquíes sin cabeza ni brazos) sobre el inodoro lleno de
excremento; y la incomodidad de presenciar a su vez una relación casi sexual (los maniquíes son
asexuados, aun con presencia de algunas prendas femeninas y masculinas no es
posible definir el sexo de cada uno).
Según las palabras de Oliveras en el catálogo de
la muestra, Iommi propone el asco como categoría estética, discutiendo
con Kant. El asco que nos remite a la
sensación inmediata, a la materialidad y no a la representación de la cosa que
estamos observando. En este punto hay un interesante juego de tensión entre la
presentación de objetos desfuncionalizados, como los maniquíes y el inodoro y
la representación del excremento, que está construido artificialmente. La
utilización del principio del collage nos plantea la relación entre la representación y lo reproducido, que
según Marchan Fiz establece la identidad entre ambos: “Los materiales cambian
progresivamente de sentido, no
subordinándose a la composición pictórica o escultórica tradicionales, sino
gracias a su agrupación.”[10]
La iconicidad deja paso a las relaciones que los objetos establecen entre sí.
La transformación de los objetos de la vida cotidiana en materiales
constituyentes de la obra de arte permite redescubrir esos mismos objetos, y
resignificarlos en función del concepto que subyace en la obra.
Iommi interpela al espectador, presentando lo
escatológico para provocar una reflexión sobre temas como la intimidad
expuesta, la concepción del cuerpo, las relaciones interpersonales. No hay
placer contemplativo, hay invitación al pensamiento crítico.
No es casual que la frase “No es el gato de angora,
sino el gato sarnoso, el que mejor refleja el tiempo que nos toca vivir” sirva
de fondo para esta escultura.
Chupa culo - Materiales diversos – 2012 – C.P.
La obra nos muestra, sobre un taco de madera, un perro negro de juguete que
lame el trasero de un muñequito de plástico. El pegamento, como una saliva
inagotable, desborda de la boca del can. A primera vista se observa un
tratamiento lúdico del tema de la sumisión; cuántas veces hemos escuchado la
graciosa y peyorativa frase “chupa culos”. Pero, acorde con el resto del corpus
artístico de la muestra, también esta obra presenta una fuerte crítica al
consumismo de la sociedad moderna. Es un gesto de provocación.
Retomando el principio collage, Iommi incorporó a su obra materiales
industriales prefabricados, es decir, objetos. Podemos decir que “la
representación de la realidad objetiva ha sido sustituida por la presentación
de la propia realidad objetual del mundo de los objetos”[11]. Pero esta presentación
de objetos de consumo dentro del mundo del arte no muestran directamente la
realidad, sino que construyen una realidad otra a través de su des
funcionalización y re significación. No
se trata de éstos juguetes expuestos, sino de otros juguetes de la sociedad,
con quienes nos podemos identificar. Es importante para la recepción de esta
obra tener en cuenta la nueva sensibilidad del sujeto de la que habla Marchán
Fiz en su libro citado, para ver más allá de la realidad objetual presentada.
La intensificación del aspecto material y cosal de la obra tiene otra
connotación, un sentido que excede a la materia, un aspecto conceptual, que el
observador debe poder leer: toda la sociedad moderna está abarcada por el gran
perro negro, que, sometido al muñeco de plástico, el consumismo, le chupa el
culo.
“El territorio de las artes plásticas de
nuestro tiempo ha dejado de ser, insisto, y no recientemente, un universo
<<ordenado>>, reproducible en un mapa estable y tranquilizador. Es,
por el contrario, una superficie mestiza, resultado de las inevitables
hibridaciones que conlleva la superposición de distintos soportes y técnicas.
Algo, además, que revela la continuidad y comunicación del arte con la cultura
de nuestro siglo, también intrínsecamente mestiza y pluralista.”[12]
Bibliografía
Acha, Juan, Los
cuerpo-objetos en Arte y Sociedad. Latinoamérica. El producto artístico y su
estructura, México, FCE, 1981.
Adorno, Theodor, Teoría
estética, Madrid, Taurus, 1971.
Bourdieu, Pierre,
Disposición estética y competencia artística en Revista Lápiz N° 166, Madrid,
2000.
Freire, P. La pedagogía
del oprimido. Siglo XXI editores, México 1999.
Freud, Sigmund, Lo
ominoso, en Obras Completas, Vol. XVII, Amorrortu editores, Buenos Aires,
1989
Guasch, Anna María, Los
manifiestos del arte posmoderno. Textos de exposiciones, 1980-1995, Anna María
Guasch (ed.), Madrid, Akal, 2000
Jimenez, José, Teoría del
arte, Madrid, Tecnos/Alianza, 2002.
Marchan, Simón, Nuevos
comportamientos artísticos y extensión del arte en Del arte objetual al arte de
concepto. Las artes plásticas desde 1960, Madrid, Alberto Corazón, 1974
Marx, K. Manuscritos
económicos y filosóficos de 1844. En
Marx/Engels Gesamtausgabe, Berlin, 1932.
Oliveras, Elena,
Estética. La cuestión del arte, Buenos Aires, Emecé, 2007
[1] Acha, Juan, Los cuerpo-objetos en Arte y
Sociedad. Latinoamérica. El producto artístico y su estructura, México,
FCE, 1981, p. 264.
[2] Bourdieu, Pierre, Disposición
estética y competencia artística en Revista Lápiz N° 166, Madrid,
2000, p. 38.
[3] Jimenez, José, Teoría del arte,
Madrid, Tecnos/Alianza, 2002, p. 49.
[4] Marchan, Simón, Nuevos comportamientos artísticos y
extensión del arte en Del arte objetual al arte de concepto. Las artes
plásticas desde 1960, Madrid, Alberto Corazón, 1974, p. 198.
[5] Adorno, Theodor, Teoría estética, Madrid, Taurus, 1971,
p. 110.
[6] Bourdieu, Pierre, Disposición
estética y competencia artística en Revista Lápiz N° 166, Madrid,
2000, p. 41.
[7] Ver Freud,
Sigmund, Lo ominoso, en Obras
Completas, Vol. XVII, Amorrortu editores, Buenos Aires, 1989.
[8]
Marx, K. Manuscritos económicos y filosóficos de 1844. En Marx/Engels Gesamtausgabe, Berlin, 1932.
[9]
Ver Freire, P. La pedagogía del oprimido. Siglo XXI editores, México
1999.
[10] Marchan, Simón, Nuevos comportamientos artísticos y
extensión del arte en Del arte objetual al arte de concepto. Las artes
plásticas desde 1960, Madrid, Alberto Corazón, 1974, p. 188.
[11] Marchan, Simón, Nuevos comportamientos artísticos y
extensión del arte en Del arte objetual al arte de concepto. Las artes
plásticas desde 1960, Madrid, Alberto Corazón, 1974, p. 153.
[12] Jimenez, José, Teoría del arte, Madrid, Tecnos/Alianza,
p. 43.