Entrevista a JAVIER DAULTE:
un artista inclasificable
Por Gabriela Pignataro
Javier Daulte es dramaturgo, director, guionista y director del
Espacio Callejón. Camaleónico, agudo y arriesgado, es un referente no sólo del
circuito teatral independiente, sino también hacen su renombre sus trabajos en
el comercial y en televisión. En el 2017, estrenó su incursión en la narrativa
con su novela “El circuito escalera”. Compartimos
una intensa entrevista a este inclasificable hacedor de historias.
En tu última obra, Clarividentes, flota una suerte de sentencia:
“Todos vivimos en una fábula”. ¿Es posible escapar de la fábula?
Es imposible escaparse. Es posible cambiar la
fábula. Una cosa es la fábula de el imperio francés y la otra es la fábula de
la revolución francesa. A veces nos toca vivir en fábulas más benevolentes, el
Estado de derechos la democracia, la República. Y a veces decís “qué suerte que
nacimos en esta fábula”, y a veces “qué horrible haber nacido en esta fábula”.
¿El deseo puede ser una conspiración o es producto de la misma fábula?
Se puede cambiar el relato, puede haber otro
relato. Pero bueno eso lo hacen los grande hombres, el problema es cuando lo
cambia un tonto.
En la obra, el pasado aparece como algo de orden oracular. ¿Estamos
siempre haciendo una traducción del pasado a través del lenguaje?
Cuando estrenamos Clarividentes, vino una
amiga mía que es psicoanalista y me dice sobre Valyria ( el personaje de la
clarividente que dice “ el futuro es obvio,siempre caótico y fúnebre en cambio
el pasado es impredecible”), que el pasado es impredecible y es una ficción. Y
mi psicoanalista dice no sólo es impredecible y una ficción sino que puede
cambiar. Es móvil. Todos los que nos psicoanalizamos sabemos que es así.
Nuestras traducciones son parciales, eso se llama subjetividad. Uno cree que ha
pasado de una manera... Hay una frase muy linda de Magnolia que dice “vos crees
que terminaste con tu pasado, pero él no terminó con vos”.
¿Eso bastante político no? Pensar el pasado como algo móvil, como
revisamos el relato, lo rearmamos. En la obra funciona de alguna manera la
imaginación pública, hay una realidad que se fabrica. ¿Qué sentidos residuales
crees que la obra deja, si tenés que pensar en los elementos de los que partiste?.
Una obra …. bueno uno es llevado por
inquietudes, pero luego la obra no deja de ser una impronta que puede ser leída
y es como un cuadro de Picasso, podés pasar de largo o detenerte a mirarlo y
dejar que ese cuadro te hable.
En el caso de Clarividentes, si bien es un
juego y la ironía siempre está presente, hay algo también en ese final tan
agobiante, tan asfixiante y tan obvio, que a veces nos podemos quedar pasmados
y a veces a partir de esa pasmosidad podemos empezar a asociar, permitir que
nuestras fantasías se entremezclen con las de la obra.
Hay un elemento magnético en la obra que es la cámara Gesell
invisible/visible, que se construye, que es neurálgica para la obra. ¿Podemos
hablar allí, en esa zona, de un procedimiento que compone un dispositivo que
habilita todo el juego de la obra?.
En un punto sí, es curioso, porque ese cubo
tan neurálgico tan mágico, podría no estar y la obra se desarrollaría igual.
Pero creo que tiene, lo menciona un personaje referido a otra cosa “ lo extraño
dentro de un marco exótico se vuelve verosímil” y creo que en el caso del cubo,
como dijiste es magnético, genera una sugestión, nos hace pensar. Como la
puesta en escena del mago, que nos introduce a la magia, más que el truco en sí mismo. De hecho los
mismos personajes lo dicen en un momento, alguno le echa la culpa al cubo y otro
le dice “no pero si el cubo estaba acá lo usamos porque era más teatral”. El
teatro también es eso un cubo mágico, que tiene un efecto mágico.
¿Cómo una suerte de artefacto que habilita preguntas que no estaban,
pensamientos no situados a priori, surcos nuevos?
Yo creo que es el poder de la sugestión,
cuando uno dice.. “hoy hay luna...un eclipse” cuando uno cree que hay algo que
somete nuestra voluntad y nos hace actuar bajo formas que no nos son propias.
Por eso también el tema del deseo, subrayado
en el 2do episodio, los dos personajes varones que entran al cubo al final del
primer acto…¿Fue el cubo? ¿Fue Valyria? Lo que los hizo besarse o fue que era
un deseo inconsciente y el cubo lo facilitó como si fuera la droga de Puck de Sueño de una noche de verano que
levanta censuras y barreras.
La obra fue recibida por la crítica como una obra inclasificable,
extraña ¿Por qué crees que se debe esto? ¿Estamos en un momento de corrimiento
de lo teatral, de un teatro post-autónomo, que no termina de ser configurado o
recibido de una manera precisa?
En ese sentido curiosamente,Clarividentes se presenta como una de
mis obras más filosóficas, más
abstractas en términos de contenido. Si bien yo soy alguien que vengo
trabajando hace muchos años, vengo trabajando de forma permanente, digo esta
obra se alinea con Vestuarios, Personitas; creo que estamos en un momento, no
es una crítica lo que voy a decir sino una descripción, donde el teatro
independiente está muy atravesado por creadores que están como ante un
neo-costumbrismo. Creadores como Paula Marull, María Marull, que trabajan en mi
teatro, que aprecio y me gusta trabajar... Fernando Ferrer, Silvia Gómez
Giusto, Fede Buso, y muchísimas más, obras como El amor es un bien. Todo es un neo-costumbrismo, que responde a
muchas razones, en parte a nuestra tradición: nosotros tenemos un costumbrismos
en las raíces de nuestro teatro, gran sainete, circo, los no porteños traen sus
costumbres al teatro porteño; y hay un teatro de tesis, llamémosle un teatro de
ideas, que está un poco más ausente en los últimos años. No son muchísimos los
años, pero que está un poco más ausente, creo que en este contraste, es que la
obra aparece como un bicho raro. Creo que el espectador se está acostumbrando a
un teatro más complaciente, y esto no habla ni de la calidad ni de los riesgos
ni del trabajo teatral. Curiosamente Clarividentes,
es una obra compleja que necesitó mucho tiempo, una obra a la cual le sigo
modificando cosas, la sigo descubriendo. Y también yo creo, que un espectáculo
va creando su propio público.El desconcierto, eso, creo que el público está desacostumbrado al
desconcierto.
En términos más generales, ¿hay un aplacamiento?, en la lectura que
hacemos de lo cotidiano. ¿Es un momento propicio para agitar un poco, provocar
otras lecturas?
En mi caso no hay un propósito, hago lo que me
sale, lo que tengo ganas. Me preocupa lo más filosófico dentro de lo teatral,
la primera pregunta fue puntual para mi al nódulo de la cuestión: todos vivimos
en una fábula. Creo que así como en un momento, hace 30 años se habló del fin
de las ideologías, las consecuencias de eso están ocurriendo. Y creo que hay
una gran confusión entre ideas e ideología. Al volverse muy cómodo o casi
antiguo hacer todo un arte de ideologías, fue toda una época, que hecha raíces
en el teatro de los 50', Brecht , es muy diferente de lo que sería un teatro de
ideas. Justo hoy es el último día de Pasolini de Matías Feldman, uno dice “acá
hay ideas” que son pasolineanas por supuesto, que es más fácil aceptarlas
porque es Pasolini. Hay una autoridad al respecto. Porque una idea es algo que
no está servido, la ideología te indica lo que tenés que pensar, puedes estar
de acuerdo o no. Una idea no tenés que estar de acuerdo, tenés que pensar. Lo
mismo pasa con ZAMA, no tenemos ganas de pensar. Es una obra de arte comparable
con Kurosawa, no es comparable con referentes actuales, pero claro años atrás
películas como esas se estrenaban 15 al año y ahora una cada años. Entonces, no
se sabe que nos demanda la película. Conozco mucha gente, que como yo, quedo obnubilado por la película
y otras, como mi hijo por ejemplo, que no accedió, y no es que él esté buscando
Rápido y furioso. Sin embargo, me parece
que también son épocas, al mismo tiempo este año se hizo La terquedad en el Cervantes, que tuvo gran aceptación, un hermoso
fenómeno; pero también gente que quedó fuera. Pero si, creo que estamos
hablando de estas cosas y me parece que pretendemos mirar desde ciertos
catálogos de entendimientos, de comprensión. Vamos al cine, al teatro, a
reconocer y no a conocer, a ver lo que ya sabemos. No lo digo sólo por Clarividentes, hablo de obras maestras,
cosas que me inquietan y me parecen interesantes de ser pensadas y digo en ese
sentido, la permanencia de la obra en cartel. Cuando algo permanece te obliga a
revisar. Zama sería genial que estuviera
obligadamente en un cine y aunque la gente demore, la vaya a ver al final.
Vos decías que tus preocupaciones son en torno a lo filosófico en el
teatro... ¿Cómo pensás esto en Espacio Callejón? como espacio de producción, de
formación...
Mirá, cuando compré el espacio me lo
preguntaba mucho y no sabía, me decía “ya lo averiguaré”. Creo que es un poco
todo: es de producción, de formación y es un lugar de cobijo , de acogimiento
donde me interesa brindar espacio a un montón de gente que me parece super
interesante de la enorme programación que tiene el Calle. Este año hice la
cuenta y hubo como 27 obras, de 23 estoy orgulloso aunque no hayan tenido los
mejores resultados, orgulloso de haberlos programado. Creo que es un espacio de
intercambio, la respuesta a este tipo de teatro, a aquel tipo de teatro, es un
tema de debate y conversación permanente. El Calle es un lugar de encuentro,
donde nos cruzamos los artistas, los artistas con los espectadores, los
artistas con los periodistas y eso va produciendo efectos de todo tipo. Creo que como el Callejón es una sala que no
está pensada como un negocio, una empresa, el producto de este encuentro, del
diálogo de la proximidad, porque a veces el diálogo es hablar de cualquier cosa
mientras tomamos un vino, yo creo que es de crecimiento. Yo creo que fomentar
el encuentro y los lazos que crea el teatro es importantísimo. Por eso lo
primero que yo hice fue poner el bar, un lugar de encuentro, si vas por ejemplo
y yo estoy, vamos a estar charlando un rato. Y es eso, son esos espacios y como
el teatro nos obliga a ir a estar en cuerpo presente, es uno de los mejores combates contra esto(señala el celular).
Este año ha sido para vos un año movido, con obras en cartel en el
circuito comercial, el independiente y con la edición de tu primer novela.
¿Cómo vivís esta simultaneidad? ¿Te tensiona?Hay una tensión entre habitar cada
espacio?¿ Te cuestionás cosas?
Sí hay una tensión y creo que es maravillosa,
es necesaria. Sino sucede ignorar que existe ese otro teatro, que a veces pasa
en algunos sectores : el teatro de calle Corrientes ignorando que existe otro
teatro que es el alternativo, o al revés, el alternativo ignora lo otro. Lo que
es una tensión negativa.
Tu pregunta apunta a una tensión que me parece interesante, que
es mantener que la coherencia y eso no se pierde, incluyamos la tele. Pero
también, y esto lo puedo decir, y lo sabe la gente que trabaja conmigo y va a ver mis cosas: yo trabajo de la misma
manera en los tres ámbitos, también aprendiendo a jugar las reglas de cada
espacio.
El otro día justo hablando de llevar Clarividentes en un teatro a otra
ciudad, me decían se puede hacer a la italiana...mmm no, “pero se va a
llenar”me decían. Es que no es el punto. El punto es si yo veo Clarividentes en un espacio como
Callejón, el cubo ese es mágico, si lo veo en un teatro precioso, un gran
escenario, lo que voy a ver es un espectáculo pobre, ¡¡no tuvieron plata para
hacer el cubo!!! Cambia por completo, cambia el contenido, entonces sí creo que
hay una tensión que es interesante. Hablemos de los cuatro ámbitos, el
comercial, el alternativo, la tele y la narrativa: son soportes para contar
historias. A mi lo que más me gusta es
contar historias y me parece buenísimo probar en esos soportes con sus
lenguajes, que son diferentes. Porque, al fin y al cabo es eso, el gran
complejo arte de contar historias.
En narrativa fue tu primera incursión en novela, ¿Qué encontraste en
los mecanismos de la narrativa, que no has encontrado en el teatro? o ¿Qué
cosas diferenciales en los procedimientos, que nunca te pasaron a la hora de
contar una historia?
Básicamente dos cosas: uno, yo sabía que ese
era un punto de llegada. Cuando uno escribe teatro, no es el punto de llegada,
es un punto intermedio a lo que es el espectáculo. Entonces por primera vez me
encuentro con la escritura donde las palabras, digo “esas son, no pueden ser
otras”, ese es el final, el punto de llegada. Y luego el abuso de la extensión,
el teatro y lo que es performativo tiene la tiranía del tiempo, entonces una
novela de 450 páginas no es un problema. Una obra de 8 horas si, es un lío. Y
luego a la hora de la publicación, la extraña relación con el público.En el
teatro uno tiene la respuesta casi inmediata, en una hora y media un montón de
gente fue testigo de ese hecho; en la novela eso es a cuentagotas, hasta que
vas teniendo las devoluciones de la gente más querida. Es algo con otro tiempo,
otra dinámica , otra fuerza. Es como un especie de mastodonte, es como si a
cada rato hubieras estrenado, sigue saliendo reseñas, el libro permanece. Sí,
sale publicado un día, pero siempre es presente. Hoy vas y te la compras y hoy
es tu día de estreno con esa novela.
¿Qué cosas te llevaron al teatro? ¿Qué te imantó? ¿Qué te hace
permanecer en lo teatral? Pensando en este como una zona que compite a un mundo digital, hipervisual.
Sí, eso es permanente, ya ni me lo pregunto,
no lo puedo evitar. El teatro tiene por un lado esta cosa, de que vivimos en
esta era súper digital, inmediata, que todo lo tenemos cuando queremos, y todo
se mide, y de pronto hacemos teatro y hay 30 personas en la platea.Hay algo que
pareciera contranatura. Pero en Buenos Aires hacer teatro y hacer alternativo,
es parte de una celebración, un vigor. Uno es parte de un gran colectivo. Hay
otros países donde realmente son perros verdes los que se dedican al teatro.
Creo que una comunidad con teatro es una comunidad más sana.
Creo que si alguien, me pregunta, si lo puedes
evitar … no lo hagas. Pero en ese sentido es más duro el cine, en este
país, mucho más duro. Se invierten
muchos años de la vida, en la mayor
parte de los casos no termina de resultar y aunque resulte, no funciona
la taquilla.En ese sentido es más saludable la tele, el cine claramente...si lo
podés evitar no lo hagas.
Y después creo que al ser un lugar que genera
lazos sociales, ahí si esta mi militancia. El lazo social es importantísimo,
combatir el celu hoy en día no es poca
cosa. El teatro es una ceremonia maravillosa que no tiene reemplazo. Así como
el cine podemos ver una película en el teléfono... el cine está desesperado, no
existe una razón contundente para salir de casa
a ver una película, la única razón contundente es porque te dan ganas.
En el teatro no hay otra manera, no existe, y ya pasaron 6000 años desde que empezó el teatro en Japón, no hay con que
darle al teatro.
¿Qué cosas te obsesionan te desvelan? ¿Hay tópicos que subyacen toda
tu obra, tu recorrido?. ¿Hay un acecho con el que trabajas?
Yo creo que en definitiva, uno va siendo cercado por ciertas preocupaciones.
Las preocupaciones lo buscan a uno. El tema de la ficción y entender que el
mundo lo leemos desde una ficción y además, desde una de mis obsesiones que si
que recorre de manera más explícita, más troncal y central, el tema del amor.
El amor como el colmo de la ficción. El amor es una invención humana, es algo
que no existe en el mundo, dado. No hace falta el amor. La vida no necesita
amor para que la vida exista. Entonces a mí el melodrama, cómo puede mover a
los personajes, el amor es algo que a mí me resulta un gran misterio. Los que
hacemos teatro estamos de alguna manera siempre curioseando en el
comportamiento humano, es esto lo que debemos tener todos los que hacemos en
ficción en común.
Y yo creo, sí que me gusta mucho la
matemática, por la misma razón. Porque es una gran invención humana, como decía
Newton creo, la ciencia se ocupa de estudiar determinados fenómenos y sus leyes
y si eso se constata además en la realidad, tanto más curioso. Hay algo donde
también las ciencias duras, están creando un universo fuera del universo. Como
decía Borges, el tetracubo no existe, pero se conocen sus leyes. Y eso creo que
en definitiva se transforma en un sistema de creencias. Nadie puede vivir sin una
construcción. Todos nos apoyamos en sistemas de creencias, bueno, hay sistemas
de creencias muy sólidosque son las religiones, tremendamente fascinantes. Yo
creo que los artistas creamos otro sistema de creencias con la apariencia de lo
real. Este libro de Harold Bloom ejemplo, el título lo dice todo, si leíste a
Shakespeare no hace falta leer el libro Shakespeare:
la invención de la humano . Es como decir: bueno, les voy a hablar de los
celos, entonces escribo Otelo, no. Escribo Otelo por lo tanto los celos existen
o escribo Macbeth y la ambición existe. Una vez, una profesora maravillosa de
la facultad dijo “Antes de Freud ¿Las histéricas existían?”. No, existían las
brujas, eran brujas. Inventamos el mundo. Creo que es en El
péndulo de Foucault de Eco, que hay una conversacion que dice “imaginemos
que si todo lo que Freud escribió, al final descubrieramos que fue una broma:
demasiado tarde, porque el mundo está lleno de neuróticos”. Es decir, los
efectos de las ficciones son la realidad, no hay una realidad que genera
ficciones, sino que las ficciones generan realidad.
Lo que pasa dentro del artefacto...
Exacto. Esa es la realidad, fuera no había
nada.
Si tuvieras que recomendar de las obras en cartel..algunas que digas
esto nadie tendría que perdérselo.
Mira me perdí yo algunas...que no pude llegar.
Hay una que me han hablado maravillas Todo
tendría sentido si no existiera la muerte , bueno Pasolini...Creo que tenemos un teatro, un muy buen teatro.
Yo al FIBA
casi no fui, y muchos me dijeron que lo mejor era lo local. Yo creo que
pasó que los argentinos somos vanguardia a todo nivel, y me acuerdo que años
atrás decíamos basta de la puesta en escena y en Europa eso se sigue
conservando, esos grandes despliegues se
vuelven un parque temático. Artificio con mucha plata, eso los ingleses lo
saben muy bien, que por ahí no pasa la gracia.
El ingenio respecto al lenguaje teatral puede
lograr maravillas. Por ejemplo, en su famoso momento El Fantasma de la Ópera, por decir algo mega ultra comercial, en el
momento que la lleva él a las catacumbas, que es una escena maravillosa: es una
plataforma que baja hacia un lado y otro, pero están siempre en un mismo lugar.
Uno ve el truco y a uno se le pone la
piel de gallina, porque el excelente uso del lenguaje teatral es en complicidad
con el espectador. Y yo creo que podemos ver cosas de una gran excelencia,
donde la magia pasa por una fina utilización del lenguaje teatral. A mi también
me divierte ver una obra donde los escenarios giran y se mueven, cuando hice Macbeth
en el San Martín puse a funcionar toda la maquinaria que había porque también
es parte del juego; pero sabiendo que la tramoya fue reemplazada por el cine,
es la posibilidad de tener un escenario, y otro, y otro, para eso hacemos cine.
Pero hay de todo, se estrenan 2000
espectáculos por año, hay de todo, cosas muy amateur, pero creo que hay grandes
artistas. Soy optimista, hay algo cuando la gente empezó a tener el hábito “qué
vamos a ver esta semana”, ese consumo de la oferta. Bueno, lo que está pasando
en este barrio: hay 23 salas en el Abasto, cantidad que no hay en toda la
ciudad de Barcelona, por ejemplo.
¿Cuál es tu próximo riesgo, tu próximo desafío?
Estamos trabajando en algo, a ver si resulta
para el Callejón, un proyecto no sé si ambicioso podemos llamarlo. Somos cinco
que estamos: María Marull, Paula Marull, Silvia Gómez Giusto, Héctor Díaz y yo
que nos estamos juntando acá en casa una vez por semana, cada uno escribiendo
una obra. La idea es que vayan todas al Callejón, Teatro líquido yo le llamo al proyecto, cada una es una obra y
tiene lo suyo, pero hay algo de una intercomunicación. Algo se va a filtrar, no
como en Vestuarios que era un
díptico, en este caso es algo más inconsciente. De hecho cuidamos que no se
parezcan, pero como que hay algo que tiene que ver, que nos contagiamos. Yo
creo mucho en sumar al otro, no en compartimentos externos, a mí me encanta
cuando me llaman a ver un ensayo, para eso estamos. Todos yendo a un mismo
lugar, aunque cada uno elija un medio muy distinto, pero veo esta gente con la
que tengo mucha relación, con la que soy amigo y coincidimos, con
potencialidades, y digo “bueno hagámoslo, algo todos juntos”. Reunidos en el
Callejón, sin desconocer las individualidades. Me interesa el colectivo de
creación, que es algo muy en boga de los 60', que genera cosas maravillosas y
es súper estimulante, como cuando formamos aquel famoso grupo el Caraja-Ji. El
hecho de esas personas y estos materiales, forman parte de una sola cosa, que
no tienen nada que ver una con las otras.
Eso es el próximo proyecto. Mi obra ya la
terminé, se llama Valeria radiactiva,
son siete personajes, tengo ya el elenco: está María Onetto, Héctor Díaz, Jorge
Gentile, Dani Pantano, mi hijo Agustín, Inés Palombo y Maida Andrenacci. La
idea es estrenar todo a mediados del año que viene. Son obras con muchos
personajes, es contra toda conveniencia, contra toda comodidad. La idea es que
nadie se explique por qué lo hacemos. Y eso, sin decir nada, no por criticar,
pero me doy cuenta que se me contrapone al fenómeno del Microteatro. Quiero
obras grandes con desarrollo, con complejidades, que no sean una excusa para
tomarte una cerveza.
Clarividentes
Humahuaca 3759 (mapa)
Capital Federal - Buenos Aires -
Argentina
Teléfonos: 4862-1167
Entrada: $ 250,00 - Jueves - 20:30 hs
Entrada: $ 250,00 / $ 200,00 - Sábado -
20:00 hs