domingo, 11 de noviembre de 2018


Eso que explota y no es un corazón.
Sobre “Tu ternura Molotov de Gustavo Ott”
Por Gabriela Pignataro 

¿Cuál es el rostro del terror? ¿El cuchillo ensangrentado, la bala, la cabeza cortada? ¿Cuál su fiesta, su traje, su ficción útil? Si el terror medieval fue grotesco pero puro cuerpo, pura carne: tangible, faz sin velo y el terror moderno toda huella del Leviatán...¿Qué gesto tiene el miedo en la posmodernidad? A distancias de los ahorcamientos públicos y los degüellos, el terror contemporáneo se ejerce en íntimos filos. Agazapados. Veloces. Intermitentes. Y no por ello más débil, por contrario, un temor líquido que se derrama y filtra en cada espacio de subjetivación. El control se cierra cada vez más sobre el propio cuerpo, la propia historia. Y sobre el otro.



        Un espacio escénico despojado: blanco y negro, formas puras, objetos geométricos apilados. Encastrados, pero que a la vez deslizan la inestabilidad en sus aristas. Todo el juego escenográfico es una partitura que dibuja una línea que lentamente comienza a desconfigurarse: las cajas se desplazan, anidan, sostienen a los cuerpos y también ocultan los residuos. En este universo meticuloso y descarnado (hay planos y vacíos, superficies lisas, una complexión cromática de valores netos) Victoria y Daniel parecen ser dos a quererse. Están allí desprovistos de vestuario ampuloso, sin ornamentos, en bata, pero nada hay de distensión en la relación que se abre: máscaras blancas cubren sus caras. Victoria y Daniel se comunican desde la leve protección de la máscara, que simula en apariencia, igualarlos.Una pareja en bata, gestos blanquecinos a la luz de una búsqueda común: tener un hijo. Varón. Porque varón conviene. ¿A qué? Al tiempo que corre, al mundo que existe, a la idea preconcebida de una familia protocolar. Correcta, normal, de gente bien. No como otros. La urgencia de la prole, de convertirse en lo esperable para un momento de la vida es un parámetro en el índice del éxito. Ambos tienen trabajos donde son reconocidos, dónde están rodeados de imbéciles: esos otros que no son un nosotros. Victoria y Daniel se erotizan, se romantizan en ese odio común, en la imposibilidad de alteridad hacia lo que es diferente: construyen su épica desgastada, hasta patética, pisando cabezas imaginarias. Pero si hay una cierta lujuria que ebulle en rumiar la desgracia ajena, ¿Qué otra cosa puede suceder sino una guerra interna cuando la sospecha se instala entre dos que tenían en la médula de su amor un mismo enemigo?

 
         
   El pasado no siempre es ataúd enterrado. Casi nunca. O casi siempre podemos decir, retorna inesperadamente a rasgar la falsa seda.Como un cartel de neón vencido señala: aquello que fuiste no te abandona aunque escapes. Así es para Victoria el pasado: una caja de cartón, que llega desde décadas atrás al presente con un cartel de los servicios de seguridad de EE.UU. El pasado es una advertencia que se nombra en presente ¿Quién es Victoria?. La caja irrumpe en el paisaje prístino de la escena: se abre, se rompe el cartón y una valija emerge. Y con ella objetos que nombran otros días. La máscara de Victoria se corre, transpira, se desfigura. La mueca de Daniel se vuelve grave. El germen del terror se instala entre ellos como un virus. El otro está en casa y qué hacer con ello sino volverse policía doméstico, levantar cada resto, confirmar cada huella y una persecusión entre cuatro paredes que los llevará hasta el final.     
Tu ternura Molotov” de Gustavo Ott construye con humor y sarcasmo una postal de la sociedad de control, la mixofobia, el odio de clase y la imposibilidad contemporánea de reconocer al otro. Del amor, el matrimonio y la familia como un campo minado donde un movimiento en falso puede hacer volar por los aires la falsa tranquilidad de lo esperable.


La puesta dirigida por Valeria Arévalos, protagonizada por Viviana Montes y Hernán Isusi Paz, apuesta a una efectiva condensación espacial y escenográfica donde la riqueza de un texto desbordado, denso y plagado de metatextos político-sociales encuentra el ritmo justo y encendido en dos actores que componen coreográficamente la espesura de la relación entre dos cuerpos confinados a merced de sus deseos, sus miserias y sus temores. La máscara es un ropaje que se desintegra dejando la vida expuesta.

Ficha técnico artística
Autoría: Gustavo Ott
Actúan: Hernán Isusi Paz, Vivi montes
Voz en Off: Fernando Kosiner, Mariano Legaspi
Escenografía: Lucia Lossada
Diseño de luces: Ricardo Sica
Audiovisuales: Diego Isusi
Sonido: Mariana Emiliozzi
Operación de luces: Eduardo Spindola
Asistencia Coreográfica: Jazmín Cañete
Producción: Mariana Emiliozzi
Dirección: Valeria Arévalos
Clasificaciones: Teatro, Adultos

QUERIDA ELENA
Pi y Margall 1124
Capital Federal - Buenos Aires - Argentina
Web: http://www.queridaelena.com
Entrada: $ 250,00 - Domingo - 20:00 hs - Hasta el 11/11/2018