lunes, 1 de agosto de 2016

El fuego inextinguible. Sobre Negro animal tristeza de Anja Hilling.
Por Valeria Arévalos

Tenés un presentimiento. Pensás nada será como era antes, pero no estás seguro.”

El atropello irremediable del destino, ese instante preciso en donde lo que parecía alegre y cotidiano se torna insoportablemente siniestro. Ese revés que nos pone de cara con la muerte y su inevitabilidad. Seis adultos y una beba ingresan al bosque para pasar un momento juntos. No todos saldrán. Allí, entre los árboles, las pasiones encontradas encenderán la chispa que desate la tragedia. Los vínculos, al igual que sus ropas, luego sus pieles, se irán despellejando hasta convertirse sólo en el recuerdo de lo que alguna vez fue. Después del fuego, jirones. Después del fuego, sólo un amorfo animal ennegrecido y el vacío.



Negro animal tristeza de Anja Hilling nos enfrenta, desde un texto segmentado y duro, con el vacío que alberga la tristeza. Un relato, que empieza frío hasta consumirse en las llamas, nos conmueve con los despojos cenicientos sobrevivientes del caos. Los personajes se sumergen en la vacuidad que deja el dolor y nosotros, como espectadores, nos encontraremos más de una vez sofocando el llanto. En determinado momento, “a lo Brecht”, tendremos una escena distanciada que le aportará un humor negro necesario a la trama, dando un respiro en medio de tanta desolación.


El diseño escenográfico de Magalí Acha, en perfecto maridaje con las luces de José Binetti, recrea ese espacio bucólico devenido infernal. Grandes estructuras movibles irán poblando el escenario de agujeros y recovecos, por donde se filtrarán deseos y engaños, la vida y la muerte. A nivel estético se puede pensar en un espacio mapplethorpiano, enmarcado y sensual.


Los trabajos actorales fluyen dentro de una puesta delicada y, a la vez, profunda. Se nota la impronta que Carla Llopis (directora) trae de la danza. Cada paso de esta pieza irá en un in-crescendo sensible hacia la resolución final. Devenir que irá de la mano de Juan Pablo Martini, que no sólo interpreta la música de la obra en vivo, sino que ingresa por momentos a ese bosque en llamas aportando guiños de teatralidad.



Sin dudas Negro animal tristeza es una de esas obras que quedarán resonando en el alma más allá de las cuatro paredes del teatro. El pasado viernes finalizaron la primera temporada en Buenos Aires así que habrá que estar atentos esperando el regreso.

Ficha técnico artística




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