lunes, 8 de mayo de 2017

El vacío es un lugar que puede incendiarse, sobre Fuego todo de Jorge Eiro.

Por Gabriela Pignataro

Celebrar un desguace, bajo las sombras de las guirnaldas de lo funesto. ¿Cómo brindar con la copa llena, en advenimiento del vacío?
Mientras aguardamos en el espacio que antecede a la sala,  nos sorprende con maquillaje corrido y caras transpiradas, el desaliño de un fin de fiesta que tiene un dejo amargo en los gestos de los protagonistas. Un hombre recuerda con melancolía cuando en ese galpón, ahora vacío, se acudía a la génesis mecánica de una industria: la producción de máquinas embaladoras en manos de los trabajadores. Sus compañeras (intentan) animarlo, con el esfuerzo de estar empujando una fuerza invisible pesada que lo humedece todo.  Un fuera de campo que epiloguea, una advertencia: la fábrica supo ser una familia. Y todo indica que los vientos han cambiado. Y no a favor.
Algo se tensa en el ambiente, el dibujo de lo incendiario. La fiesta termina mal, entre los enredos particulares, los rechazos y la estampida colectiva: un estruendo proviene de la oscuridad, el caos es una forma de ordenar los principios de una tragedia singular que exorciza las partes del todo.
Asistimos al espejo de nuestros días, que es a su vez, la réplica del vertiginoso caimán neoliberal que a dentada limpia desgrana (y ha desarmado) el corazón de lo común: los vínculos solidarios, de red y sostén se hallan indudablemente vapuleados por la hincada del reptil.
Una empresa mediana, de fondos familiares, que supo ser hogar para sus trabajadores, transforma su cotidianeidad al fusionarse para dejar de producir maquinaria y en cambio, importar. El resultado de la mixtura degradante son compañeros cesanteados y alteraciones en la flora y fauna de ese universo que llamamos, oficina. Roles que se superponen, competencia, despotismo y temor: cualquiera puede ser el próximo.
La tendencia biologicista se manifiesta: hay quienes se fortalecen a costa de debilitar a otros, para sobrevivir la coyuntura, hay quienes intentan equilibrar el ecosistema, hay quienes, se juegan su ética ante la dominación: no caerán aunque aquello, les valga perecer.



Fuego Todo, compone de manera estratégica la postal de un vaciamiento, evidenciando las tramas subjetivas, latentes que erupcionan en la crisis. Con una naturalidad asombrosa, convincente y no por ellos, desprovista de sorpresa, ritmo y el tono locuaz, ávido  y fluido de los diálogos, nos lleva sin fichar a los ardides cotidianos de las oficinas, que pueden tornarse en agitados océanos plagados de tiburones buscando morder la presa posible. El esqueleto invisible y punzante de la dominación, de la que participamos alguna vez corriendo por nuestro pellejito, o mirando hacia la ventana cuando la máquina comienza a sangrar.
El despliegue escénico, amerita resaltar el ingenioso uso de los espacios en la construcción de capas de sentido, distancias focales para el desarrollo dramático: la escena y sus post- escenarios que funcionan como anticipos, insights de algo que vendrá, tentando al espectador a ampliar su atención, provocando la sensación de que algo está creciendo detrás y será imposible, detenerlo.
En un tono de humor y sarcasmo, no deja de destellar pequeños momentos de profunda intimidad en medio de la debacle y la vorágine: el roce de una mano con otra, la intensidad de algunas miradas que desvían la inercia de los otros, formas de transcurrir el incendio.
Cuál es el llamado de lo común, quiénes son tus compañeros, qué banderas levantás, cómo recomponer este vacío. Preguntas. Y más que preguntas, las sentencias de nuestros recuerdos. La herencia del trabajo como un yugo y el campo de batalla, de todos los derechos.

"Sabemos compañeros que la mejor manera de enfrentar este atropello es estar unidos, porque ellos (los patrones), si que lo están. Y buscarán todas las maneras para que nosotros nos dividamos y no nos enfoquemos en el objetivo que es uno: pensar cómo les ganamos esta pelea"
¡Trabajador que lucha no está solo!


Ficha técnica
Dramaturgia: Jorge Eiro, Pablo Elías Quiroga
Actúan: Perla Alvarez, Lisandro Armas, Maria Fernanda Benavides, Mariana Bruno, Javier Goya, Rosana Lamanna, Emiliano Lamoglie, Leandro Lara, Cecilia Lucas, Jorge Noguera, Luz Panizzi, Julián Perez, Rocio Perez Silva, Beatriz Rajland, Manuela Sánchez Almeyra, Lucio Santilli, Georgina Serafini
Vestuario: Manuela Sánchez Almeyra, Georgina Serafini
Escenografía: Estefanía Bonessa
Diseño de luces: Rocío Caliri
Fotografía: Matías Alvarez, Laureano Cavs, Luz Soria
Diseño gráfico: Romina Juejati
Prensa: Octavia Gestión Cultural y Comunicación
Producción: Luz Panizzi, Rocio Perez Silva
Dirección: Jorge Eiro

TIMBRE 4
México 3554 (mapa)
Capital Federal - Buenos Aires - Argentina
Teléfonos: 4932-4395
Web: http://www.timbre4.ccom
Entrada: $ 200,00 - Viernes - 23:30 hs - Hasta el 28/07/2017



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