martes, 10 de noviembre de 2015

La dialéctica de la tierra. Sobre Terrenal de Mauricio Kartun

La dialéctica de la tierra
Sobre Terrenal. Pequeño misterio ácrata de Mauricio Kartun

Por Vivi Montes (Lic. en Artes – UBA)

Terrenal (Dir. Mauricio Kartun) encara de frente y sin titubeos la relación del hombre con la tierra. Con una estética que bien refleja el paso de un tiempo de abandono, los 20 años en que Tatita (Claudio Rissi) ha dejado a los hermanos Caín (Claudio Martínez Bel) y Abel (Claudio Da Passano), cual semillas atados a un terruño que ni siquiera saben que no les pertenece. Caín y Abel esperan al Tata. ¿Vendrá?


Mientras tanto, porque 20 años no es nada pero de algún modo hay que pasarlos Abel, el pastor, vende isoca los domingos en el recreo, con su pala espera el alumbramiento del cascarudo o torito y de la carnada vive. Mal visto por Caín que respetando las escrituras sentencia ¡Domingo día de guardar! y que dedica sus días (todos y completos) a la agricultura, al morrón, a sembrarlo, cosecharlo y a venderlo con trampa. Abel vive y deja vivir; Caín vive solo para acumular capitalito (y de a poco se irá revelando en la pieza que eso no es vida), obsesionado por la propiedad privada desconociendo que la ha estado violado estos últimos dos decenios.

Por demás interesante resultan, por un lado la actualización del texto bíblico en una lectura que va del génesis al capitalismo sin escalas y por otro, una composición particular de los personajes donde corporalidad y carácter se contraponen en un juego sugerente. Caín, robusto y vivaz va a ser comparado por Tatita con morrón, vacío por dentro, amargo e infeliz; Abel, que corporalmente es una suerte de payaso triste, resulta ser un gran bailarín de facilidad para la conquista femenina.


¿Y Tatita? De juerga. Buena metáfora de un mundo en el que hemos sido arrojados, abandonados en él por un dios fiestero, que anda de baile en baile y de copa en copa. Cada uno elige, Abel o Caín, vivir atado a la vida o al capital. Cuando Tatita regresa por fin a ver a sus muchachos en una suerte de juicio final en el que la historia ya conocemos, Caín envidioso de la estima preferencial que Tata tiene para con su hermano lo asesina y es condenado a vagar como el torito, cuerno en frente sin saber que él es su propio castigo. En un páramo olvidado, al que ni el asfalto ha llegado, el sabio Tatita le explica a Caín, pero… quien quiera oír que oiga: ¡Dialéctica, infeliz! En la diferencia, fundante de la política por cierto, en el desacuerdo (diría Rancière) está el motor de la vida.


Ficha técnico artística

Duración: 90 minutos

TEATRO DEL PUEBLO
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