sábado, 13 de agosto de 2016

Mi mamá me mima, yo mimo a mi mamá
Por Valeria Arévalos

Pedazos de pasado desparramados por aquí y por allá. Juguetes, revistas, una planta, rinconcitos entre retro y kitsch que remiten a un pasado cargado de historias. Historias que suenan con la voz de una madre que, en ese universo a lo Almodóvar, llena el espacio de gráciles movimientos, poemas y canciones. El hijo, Ariel, tomó su nombre prestado a Arnaldo André, es que él es un hijo de la época de Pobre diabla y así como los viernes por la noche la pantalla ardía, también su madre se encendía con las idas y venidas de esos amantes lejanos.





Seré tu madre tranquila no es otra cosa que un concierto recitado de amor. Un hijo que mira a su madre y ve a todas las mujeres que pasaron por su vida (la de él, la de ella), una madre que promete permanecer tranquila durante la reconstrucción de ese pasado que los une en la ensoñación. La obra dentro de la obra, el retrato de la madre imaginada y el espejo en la madre real. Al final del camino, el hijo y su propia búsqueda. En qué medida estas mujeres influyeron en su madre, en qué medida su madre influye en él. La celebración choca de frente con la realidad, la tranquilidad no es tal, la madre múltiple que fusiona a todas y a ninguna. El, su espectador atento e impasible.



Ariel Gurevich, escribe y dirige esta obra ganadora del Concurso Óperas Primas (VIII Edición) que ya ha recibido invitaciones para participar en varios Festivales y es que…todos quieren bailar con la más linda.
Ficha técnico artística


Hasta el título, Siempre!
Por Valeria Arévalos

Una estudiante de Sociología se dispone a rendir su último final. La familia aguarda expectante la salida de la licenciada, en sus manos bailan generosos regalos: un auto, un viaje con todo pago, muestras del orgullo que provocan los resultados. Irrumpe el bochazo y tras él, sin poder mediar palabra, la lluvia de huevos y harina. ¿Qué hacer cuando un paso en falso nos enfrenta a la desilusión, propia y ajena? En el caso de Manos libres, de Alejandro Lifschitz, este mal momento individual sirve de excusa para que la maquinaria social se ponga en marcha ya que en vez de retomar los libros y apostar a la segunda fecha, esta estudiante, tan avanzada como poco aplicada, decide contratar mano de obra para que lo haga por ella y, llegado el día, le "soplen". Es ahí cuando entra en escena el personaje de Fernando, militante estudiantil de una agrupación de dos personas, que aprovecha esta ocasión para llevar la ideología marxista a un grupo de trabajadores de un supermercado.



La obra funciona como un metamensaje ya que, mientras los empleados del súper son aleccionados sobre el camino hacia la revolución comunista, también lo es el espectador. El humor como catalizador de ideas. Concreto y franco humor que es recibido en la platea con sinceras risas de complicidad. Lo austero de la escenografía se complementa con la abundancia de recursos interpretativos de todos los actores, que, de manera muy pareja aferrados a distintos estereotipos, sostienen el dinámico devenir de la trama hasta su inevitable y tragicómico final.




Ficha técnico artística

FANDANGO TEATRO
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Capital Federal - Buenos Aires - Argentina