miércoles, 18 de febrero de 2015

El eterno retorno del desamor 
en "Muñeca" adaptación de Pompeyo Audivert

por Valeria Arévalos

"… Y recuerdo cuando servimos aquella gran mariposa negra, que parecía de terciopelo, que parecía una mujer." (Marosa Di Giorgio - Los papeles salvajes)

El Centro Cultural de la Cooperación sirve de espacio en donde el ritual de la reencarnación cobra vida. "Muñeca", obra escrita por Armando Discépolo en 1924, renace casi un siglo después metamorfoseada, impregnada de imágenes fragmentadas y de nuevas voces, manifestadas a los gritos y en silencio. La propuesta escénica, dirigida por Pompeyo Audivert y Andrés Mangone, podría definirse como un eterno retorno sobre el deseo inalcanzable. Ellos prefieren presentarla como una "tragedia griega nacional sobre el amor no correspondido" y, tras superar los primeros instantes de resistencia ante esa definición, nos dejamos conmover por el destino inevitable de Anselmo, cuyo poderío económico no logra sublimar el dolor que le causa su máscara, aquella que le fue asignada y que siente ajena y maldita. 


El coro de obsecuentes que lo rodea hará lo que sea necesario para que él no caiga en la desesperación por la pérdida del objeto amado, Muñeca. ¿Por qué lo hacen? ¿Por amor? ¿Para no perder su lugar bajo el ala del oligarca? ¿Para no abandonar la dinámica bohemia de la Argentina del '20, la juerga, las drogas, lo superficial? Y Muñeca, ¿por qué huye? Quizás porque por la naturaleza inmanente del objeto de deseo necesite ser inalcanzable. En la adaptación de Audivert-Mangone se le da una voz más potente al personaje de Muñeca que en su versión original, su alma se expresará con palabras de Marosa Di Giorgio, ¿quién mejor para hacer estallar a esa mujer en miles de imágenes corpóreas y naturales? Con esta incrustación de textos, el personaje femenino deja de ser solamente el objeto deseado, pasivo e histérico, para convertirse en un sujeto deseante y carnal que lejos está de ser una figura de porcelana, frágil e inmóvil. Muñeca huye, una y otra vez. Su huída es una onda expansiva que desencadena la tragedia interminable.



La obra se estructura de manera cíclica, comenzando con un "flash-forward" que anticipa el final con un grito munchiano suspendido. La escenografía enmarcada con un trabajo lumínico lúgubre y encerrado, la música en vivo y el desplazamiento de los personajes en un tiempo Otro, nos transportan al interior de esa realidad con olor a insatisfacción, a inquietud, a capricho incumplido. Capítulo aparte el importantísimo rol de la "caja de muñecas" y del espejo en donde la realidad se presenta despiadadamente.

Ficha técnico artística
Autoría: Armando Discépolo
Versión: Pompeyo Audivert
Actúan: Pompeyo Audivert, Carlos Correa, Pablo Díaz, Gustavo Durán, Fernando Khabie, Abel Ledesma, Fabio “Mosquito” Sancineto, Diego Veggezzi, Ivana Zacharski
Vestuario y escenografía: Julio Suárez
Dirección: Pompeyo Audivert, Andrés Mangone
Duración: 75 minutos

Centro Cultural de la Cooperación
Corrientes 1543 – Capital Federal
Teléfonos: 5077-8000 int 8313
Web: http://www.centrocultural.coop
Funciones: Viernes y Sábados 22hs


¿Ana o Ida? ¿Hamlet o Antígona?






Por Vivi Montes (Licenciada en Artes - UBA)


Cuando todo estuvo preparado, las mujeres se soltaron los cabellos y pusieron en el suelo las velas fúnebres y las encendieron siguiendo la costumbre de sus padres; y se sentaron en el suelo en corro para lamentarse, y durante toda la noche lloraron y rezaron. Muchos de nosotros nos paramos a su puerta y sentimos que descendía en nuestras almas, fresco en nosotros, el dolor antiguo del pueblo que no tiene tierra, el dolor sin esperanza del éxodo que se renueva cada siglo.

Primo Levi – “Si esto es un hombre”



Polonia, 1962. En hermoso blanco y negro sucede entre un marcado juego de luz y de sombra la belleza del cine en todo su potencial. Entre la luz y la sombra como andar y desandar el camino que devela la propia Identidad. Ana va por ella, sin saberlo, por obligación. Ser o no ser…

Desde mi butaca quise asir -con mi mirada, con mi cuerpo todo- cada plano, todos y cada uno de los planos de la película, quise guardármelos con su belleza y su punta de lanza. La belleza de Ida se transforma en espacio, no se trata únicamente de una maravillosa composición poética. La belleza de Ida alberga; hay en ella sitio para el dolor, para la memoria, para la búsqueda y la pregunta. Hay en ella lugar para el horror de los padres arrebatados a sus hijos, de los hijos arrebatados a sus padres, para el horror de la Identidad velada y de los muertos en tumbas sin nombre, de los muertos sin rito.


Enterrar a los padres, quitar el velo y ¿debajo del velo de Ana? Debajo del velo, Ida. Ida hermosa, pelirroja con su hoyuelo. ¿Y después del velo? Después del velo, el amor. Después del velo Ida hermosa, pelirroja con su hoyuelo. Después del velo rasgado, la vida y finalmente la pregunta: ¿Ana o Ida?