La libélula y el camaleón
por Valeria Arévalos
“Yo sin la
resistencia no podría respirar” Jesusa Rodriguez – Maestra Vida
Irónicas.
Sarcásticas. Talentosas. Comprometidas. Coherentes. Necesarias.
Si
había algo que podía superar a un show de Liliana Felipe…era otro show de
Liliana Felipe pero, esta vez, con Jesusa Rodriguez.
Para quienes las seguimos desde hace años y nos quedamos deseando más y más tras
escucharlas cantar juntas temas como “El protoplasma” o “Las mujeres mexicanas”
esta vez la cita mecha la actuación versátil, inteligente y punzante de Jesusa
con la siempre impecable Liliana, quien con su música nos conmueve, nos hace
reír, nos hace cantar y a la vez reflexionar. Un dúo predestinado a estar unido
ofreciéndonos su majestuosa magia.
Para
aquellos despistados que aún no conozcan a las patronas un breve repaso:
Liliana
Felipe es oriunda de Villa María (Córdoba) y corre sangre comechingona por sus
venas. Allá por el ’76, cuando nuestro país sufrió de ese cáncer llamado Golpe
Militar, desaparecen su hermana y su cuñado y México la recibe dándole un nuevo
hogar. Esta patria le brindará también lo más fundamental, el amor. Allí
conocerá a Jesusa Rodriguez, su esposa, con quien vive/crea/trabaja/lucha desde
hace ya más de veinte años. Jesusa es actriz, directora de teatro, productora,
performancer y recibió numerosos premios y becas por su labor artística. Juntas
fundaron en los ’90 el Teatro Cabaret El Hábito donde solía funcionar el
antiguo Teatro La Capilla en la zona de Coyoacán al sur de la Ciudad de México.
El
camino que ambas transitan de la mano las encuentra fusionando música, actuación,
militancia, denuncias…después de todo, para qué está el arte, ¿no?
Liliana Felipe
Jesusa Rodriguez
En
esta oportunidad presentaron el espectáculo Diálogos
entre Darwin y Dios en el ND Ateneo. Allí Jesusa interpretó los personajes
de Charles Darwin y su contrincante, Dios, mientras Liliana iba mechando
canciones de su repertorio acordes a los temas que se iban tocando.
La puesta
en escena, casi minimalista, se completa con imágenes proyectadas en una
pantalla y con juegos de luces. El clima que logran crear estas mujeres es
increíble. Tanto por separado como juntas. El público olvida, por un momento, que
se encuentra entre trescientas personas mirando hacia un escenario, al cabo de
un rato nos sentimos como en el living de las patronas, tomando unos vinos (o
mates…o tequilas) y escuchando las notas arrancadas de ese piano que se hace
cada vez más pequeño ante la inmensidad de la Felipe y ni que hablar de las
carcajadas y olas de aplausos provocados por las genialidades de Jesusa.
Con
el compromiso que las une a lo social, ya sea en la búsqueda de justicia en
Argentina y la lucha de familiares de desaparecidos como ante la actualidad
mexicana frente a la que no temen dar la cara y decir “¡estamos hasta la madre!”,
ellas presentan su discurso con letras mayúsculas e interpelan al público a que
tome parte, como dijo Franz Fanon “Todo espectador es un cobarde o un traidor”[1]
y, en este sentido, habrá que hacerse cargo y optar por un lado u otro. Levantarse
de la butaca y activar. El medio no es una opción.
Pero
bueno, querer plasmar en palabras el goce que representa vivir un espectáculo
de Felipe-Rodriguez es como querer explicar que gusto tiene un manjar, habrá
que ir a verlo…presenciarlo, ser parte y vivirlo. Seguramente siempre saldremos
con ganas de más.
Salve,
patronas!
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