Bailar con los ojos
cerrados y que, afuera, todo arda.
Por Valeria Arévalos
Expectantes, como mensajeras del
ayer, tres hermanas contemplan nostálgicas a aquellas que serán. Si pudieran
advertirse, atravesando el tiempo, todo aquello que las lastimaría y las convertiría
en quienes son hoy, lo harían. Pero eso, ¿cambiaría algo? La historia se
escribe una y otra vez, el mundo gira y afuera todo arde. El guardar las
apariencias para algunos es fundamental, dejando lo importante bajo el colchón,
escondido y silenciado. Pequeños secretos de pequeños círculos que se encierran
sobre sí, asfixiando una realidad mayor que quema con un fuego tan inmenso que
resulta imposible no querer apagar. Pero para enfrentar las llamas hace falta desnudarse,
quitarse no sólo la ropa sino las caretas y orejeras. Precio que no todos están
dispuestos a pagar.
En esta relectura de Tres hermanas de Chejov, Marcelo
Savignone aprovecha para resaltar lo atemporal del texto y, así, hablar de
nosotros. De nuestro pasado y la memoria selectiva, de aquellos que enfrentaron
las llamas y de aquellos que cerraron las ventanas. Del cómo cada decisión suma
un ladrillo en la construcción de quien elegimos ser.
Resulta difícil destacar un
elemento de la puesta en particular ya que todos y cada uno de ellos funcionan en hermoso
maridaje. Desde la dirección impecable, pasando por las intensas actuaciones
hasta el ideal marco formado por una escenografía tan maleable como metafórica
y una iluminación dramática y cruda. Mis
tres hermanas, sombra y reflejo es un espejo teatral en donde vale la pena
mirarse.
Ficha técnico
artística
Actúan: Mercedes Carbonella, Merceditas Elordi, Sofía González Gil, Andrea Guerrieri, Marta Rial, Belén Santos, Marcelo Savignone
No hay comentarios:
Publicar un comentario