viernes, 28 de octubre de 2016

Una geografía violenta. Sobre Trópico del Plata

Una geografía violenta

Sobre Trópico del Plata de Rubén Sabadini

Por Gabriela Pignataro


No es preciso dibujar un gran mapa ni arengar hordas de efectos visuales o desperdigar objetos pretenciosos para fundar un mundo. La contundencia está en hacer un pozo en el espacio que lo imante todo, fundando así el cimiento para una geografía magullada detrás del protocolo de la apariencia.

En la tarde de este trópico asistimos a un hueco situado en el despojo escénico, para nada vacío: espiamos por la mirilla, perforación en el tejido de paralelos y meridianos, entramos en la atmósfera densa de aquellos sitios que parecen tragados por una noche turbia y constante. Y son vomitados días después, sobre los restos de una fiesta, cuya serpentina cadavérica es apenas más amable bajo el shock del sol.

Aimé brota en la escena bajo la ley de lo silvestre, con la belleza que confiere lo irrefrenable de una naturaleza desbocada. Ella se nombra a sí, por su condición de origen; se reconoce parte de la clase desplazada que vive en los barrios resecos del conurbano. Reconstruye en su relato el nudo originario de su piel oscura, su antigua defensa ya no propia: es una mujer que ha perdido su propia dermis en las manos de un tal Guzmán, un hombre-bestia que disparó su anzuelo tras el ominoso disfraz de una culta y emulada high-class.

Aimé es quien nos presenta a Guzmán en su propio cuerpo, se nos entrega en un estado de mutación constante. Jekyll y Hyde, hombre-mujer, entraña violenta de una figura que se convulsiona en el sadismo de un vínculo de opresión con brillantina en los pómulos y regalos caros. Esposas relucientes en las muñecas moradas de lo siniestro: el captor que besa a la cautiva con la promesa de los días mientras traza en su espalda el grillete del látigo que aprieta pero no ahorca.

La obra es un cachetazo en cámara lenta: observamos en el texto, la mano, el movimiento, el recorrido y la distancia antes del golpe. Visitamos el horror con la sorpresa de quien no puede mirarlo a los ojos, porque se halla en el él en alguna de sus representaciones.
Es una geografía sin descansos, constantemente visitada por tormentas y huracanes. El ojo de la vorágine pestañea en un cuerpo con espasmos, huellas del tornado de las huestes que encaramaron un festín sexual   infinito. La existencia de Aimé es para los otros sin bordes, el único límite es para ella: la pérdida de la noción del tiempo en un confinamiento que deja estrías en el maquillaje que se deforma.

Aimé habla y el guiño humorístico que pareciera volverla estoica es el químico que revela las marcas ocultas en la radiografía. Las heridas hablan por contraste.

Trópico de Plata, se interna en la lógica de la violencia y la manipulación practicadas en el (mal) nombre del amor. El enmascaramiento, el horizonte ilusorio, la sujeción forzada. Una fábula en torno al salvajismo y la oscuridad de las relaciones de poder y dominación, enunciada desde una poética admirable por fuera de todo cliché en una permanente tensión de las formas: un texto que plagado de humor y zonas de inocencia tira de las costuras de la imagen que se oscurece progresivamente. La fiesta de la conquista romántica pierde las lentejuelas y sólo quedan las incontables aureolas de pasto seco en un territorio que no ve la luz del sol.

El polo magnético de este mapa es la impecable actuación de Laura Nevole, cuya materialidad dramática es de una riqueza tan dinámica como elástica, con la cuál atraviesa una gran diversidad de climas y zonas de riesgo transformándose en movimiento continuo. La sonrisa deviene mueca,  la convulsión, paso de baile. Mutación plagada de una permanente sensación de extrañamiento escénico que lo toma todo y carga de pleno sentido simbólico a los pocos (pero precisos) objetos.

Trópico de Plata nos muestra el reflejo de las apariencias desarmándose en espejos que fallan.


Ficha técnico artística
Dramaturgia: Rubén Sabadini
Actúan: Laura Nevole
Iluminación: Alejandro Le Roux
Diseño de vestuario: Jam Monti
Diseño sonoro: Nicolás Bari, Matías Niebur
Realización de escenografia: Gustavo Di Sarro
Diseño gráfico: Sergio Calvo
Entrenamiento corporal: Valeria Tollo
Entrenamiento vocal: Valeria Tollo
Asesoramiento escenográfico: Gabriela A. Fernández, Rodrigo González Garillo
Asistencia de escenario: Fede Fernandez, Juan Lapargo
Asistencia de dirección: Juan Lapargo, Valeria Tollo
Prensa: CorreyDile Prensa
Producción: Vera Vera Teatro, Lorena Astudillo, Malena Schnitzer
Dirección: Rubén Sabadini


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