martes, 3 de noviembre de 2015

El ángel acusador

Por Valeria Arévalos


En clave de policial negro, El ángel de la culpa del dramaturgo chileno Marco Antonio de la Parra, nos enfrenta a un corrosivo debate sobre la sociedad y sus perversas tentaciones. Osmar Nuñez, representando a un detective despiadado y verborrágico, da cuerpo a aquel que a base de prejuicios y conceptos instantáneos acusa con el dedo sin piedad. El texto está cargado de una crudeza satírica que va tiñendo al personaje de Nuñez de diversas tonalidades morales a lo largo de la trama. Este detective, que despliega su morbo a medida que sugiere distintas hipótesis sobre el homicidio que investiga, se encuentra frente a un acusado silencioso, semidesnudo y detenido en el rincón de una cama que quizás fuera la escena del crimen, el lugar donde comenzó todo. Walter Bruno, en el rol del supuesto taxi-boy que perdiendo los estribos asesinara a su cliente, compone un personaje matizado e intenso aún teniendo sus pocas líneas hacia el final de la obra. Su cuerpo, sin embargo, habla durante todo el transcurso de la misma.



La dirección, a cargo de Dora Milea, está fuertemente apoyada sobre la base interpretativa de ambos actores y como marco escénico cuenta con el diseño de Alejandro Mateo en una escenografía que ilustra el departamento moderno de la víctima (dato que le sirve de pista al detective para presumir su homosexualidad, por ejemplo) y este, a su vez, reforzado por la partitura lumínica planteada por Leandra Rodriguez que va marcando el paso del tiempo. Tiempo en que el personaje de Nuñez intentará develar una verdad que finalmente, le resultará imposible de tolerar.



Ficha técnico artística

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